martes, 24 de noviembre de 2009

Instituto de DDHH podrá querellarse en crímenes contra garantías fundamentales

por Ricardo Salazar

El trámite del Instituto Nacional de Derechos Humanos finalizó al aprobarse en el Senado el veto aditivo de la Presidenta de la República, para perfeccionar la constitución de la entidad. El contenido del veto tiene que ver con la posibilidad de deducir querellas respecto de hechos que sean delitos de lesa humanidad, genocidio, crímenes de guerra, desaparición forzada, tortura, tráfico de migrantes o trata de personas. De la misma manera, el veto permite al Instituto deducir recursos de protección y amparo, consagrados en la Constitución, aspecto que fue ampliamente debatido en la sala del Senado. Desde la oposición, el senador de Renovación Nacional, Alberto Espina, señaló su discrepancia con otorgar esta facultad al organismo, ya que la posibilidad de presentar querellas deberían quedar, a su juicio, en manos de las víctimas de estos delitos. “Se adoptó como criterio general que las querellas criminales son deducidas por las víctimas y lo que no hemos querido es dar la atribución de querellarse a terceros con el propósito de evitar que se rompa un principio que hemos establecido hasta ahora”, dijo el parlamentario. De hecho, Espina recordó que el Servicio Nacional de Menores y el Sernam no tienen esta facultad, aún siendo organismos que protegen los derechos de los niños y de las mujeres. En este sentido, el ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera Gallo, subrayó la importancia de que se le otorgue esta facultad a la entidad, dada la competencia que tiene. “Hay ciertos casos de extrema gravedad en que el legislador le entrega la facultad de querella a un organismo distinto del Ministerio Público. Entonces, cuando hay un delito de esa gravedad la querella ayuda a la investigación del fiscal y en ese caso hay dos entidades que trabajan en conjunto para llevar a cabo la investigación y la sanción del delito”, precisó el secretario de Estado. Por lo mismo, se planteó el hecho que esta institución refleja un debate sobre una mayor democratización del Estado y la posibilidad de reivindicar los derechos fundamentales. “El día que tengamos desaparición forzosa de personas, genocidio y otras cosas, vamos a estar en una dictadura y, por ende, el Instituto tendrá candados puestos en las puertas y varios de sus directores presos. Lo importante de esto es el espíritu que uno quiere dejar consignado de la vocación democrática y de la defensa de derechos humanos de este Parlamento, ese es el tema de fondo”, afirmó el senador PS Juan Pablo Letelier. La disposición forma parte de las quince observaciones que hizo la Presidenta de la República al proyecto que crea el Instituto de Derechos Humanos y que fueron aprobadas en primer término por la Cámara y después por el Senado. Con esto, el proyecto de ley quedó en condiciones de ser promulgado por la Presidenta de la República.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Muñones del Silencio

por Laura Cambra
No recuerdo, pero reconozco que mi memoria puede fallar, régimen autoritario que haya accedido al poder reconociéndose como tal y proclamando su autoritarismo. Más bien me parece que es todo lo contrario, que llega con loables objetivos y grandes promesas. Es decir, no viene a imponer su voluntad sino a liberar de una voluntad viciada que ha sometido injustamente. Desembarca para poner la cosas en orden.En un sentido que no se limita al ámbito político e institucional, el autoritarismo, creo, tiene la mayoría de las veces características discursivas que lo identifican con la "salvación". Anida en la debilidad de aquellos a los que somete. Parasita en el vulnerable, en el manso e irreflexivo, en aquel que ha perdido la fuerza para construir su propio destino y se entrega, por comodidad o por impotencia, a la decisión de un otro que hará, en nombre de altos ideales, su exclusivo arbitrio.El autoritario, por lo general, no es un necio sino un hábil manipulador del discurso propio y ajeno. Con notable paciencia, va introduciendo en su expresión la palabra monolítica que no admite cuestionamientos, plasmada en slogans y frases hechas. Al mismo tiempo, extirpa de la de sus vasallos aquella que pueda reflejar una fisura, grieta fértil en la que podría crecer la diversidad.El resultado de ambas situaciones es el mismo: el progresivo empobrecimiento del lenguaje y, consecuentemente, del pensamiento. Porque este mecanismo sistemático produce tanto la cristalización del corpus lingüístico autoritario como la clausura todo término en el que pueda sospecharse que habita la disidencia. Se descarta la existencia matices y la posibilidad de interpretaciones, se concreta la apropiación de conceptos e ideas, y el horizonte multidimensional de la mirada se reduce a una única dirección, a una sola perspectiva.En este marco, cualquier desacuerdo es desestabilizante, proviene de quienes no desean lo mejor, responde a solapados intereses espurios que el o los sometidos, tontos ellos, no alcanzan a percibir. Lejos de mostrar fortaleza, bien mirada, lo que esta imposición inapelable pone de manifiesto es la debilidad del autoritario y su imposibilidad de sostener proyectos y objetivos dando batalla en el campo de la argumentación. Entonces se produce el ingreso al territorio de la descalificación que, repetida ad infinitum, horada la voluntad del fuerte, extermina la autoestima del débil e instala la duda en aquel que habitualmente es certero.A pesar de la potencia del lenguaje, muy parecida a la del agua que se filtra imperceptible y erosiona lo sólido, el de quienes viven situaciones de sometimiento sufre mutilaciones. El espacio de la discusión se cierra. El discurso se restringe a pares opuestos: buenos/malos, afuera/adentro, ellos/nosotros, amigos/enemigos. Si alguna voz se alza es sofocada ya no con palabras sino con gestos violentos. Y allí donde florecía la polisemia, crecen muñones de silencio.El autoritario confunde silencio con sumisión. Lo que jamás entenderá es que en esos muñones está el germen de su caída. Que no hay fuerza humana que pueda sojuzgar por completo el pensamiento. Que siempre habrá hombres y mujeres que encuentren en el silencio el sustrato perfecto para concebir la rebelión.